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La Víspera del premio nobel.

—Al verle Lola le Gritó: ¡Octavio, Octavio!...

 

—Él, al escuchar su nombre volteó y contestó saludándonos con la mano: ahora vuelvo. Después de 20 minutos regresó y nos saludamos con mucho cariño; afecto que Octavio Paz no sabía ocultar siempre que nos encontrábamos en alguna reunión.   Esa noche cenamos lo que el restaurante nos pudo ofrecer acompañados de un buen champagne, la tertulia se continuó en el bar hasta alrededor de la 1 de la madrugada.

 

Al día siguiente, bajé, como era costumbre, cerca de las 8 de la mañana a comprar el periódico “The New York Times”. Al verme la empleada de la recepción me dijo Mr. Juárez: ¡Ya sabe que a su amigo con el que estuvo en el bar ayer en la noche, le dieron el premio Nobel de Literatura!., y desde las 6:30 de la mañana lo ha invadido la prensa y los canales de televisoras de todo el mundo.

¡Mire en este momento se está izando la bandera mexicana en la entrada del hotel!...

 

Salí a la acera del hotel y contemplé por unos momentos ondear nuestro lábaro patrio en territorio estadounidense sobre la fachada. La mañana era fresca pero muy agradable y la calle a esa hora estaba poco transitada.

Reunión con algunos artistas; al centro José Luis Cuevas y yo.

En todo caso la sexualidad “correcta”, es la base de la creación, mantenimiento y desarrollo evolutivo de la vida física, emocional, intelectual y sobre todo espiritual.

 

Para concluir, yo estoy seguro que el Onanismo Intelectual Homosexual degenerativo cerebral, es una verdadera pandemia mundial que asola las mentes y la cultura universal. Esta homosexualidad intra-individual, cerebral larvada, que hoy afecta ya, incluso hasta la sexualidad genital de muchas personas. Tiene su origen solapado y contenido en la anómala sexualidad cerebral de los individuos, hoy en día.


El origen de la sexualidad, como dije, antes que nada, es cerebral (Independientemente de los exógenos adquiridos que se identifican con aquellos factores psicológicos, sobre todo ambientales, y aquellos que incluirían las experiencias durante el desarrollo en la infancia, la influencia y relación con los padres, etc.); siendo la sexualidad genital, un aspecto de expresión o función meramente cerebral al servicio de la salud y desarrollo cerebral cognitivo; cuyos órganos sexuales genitales sirven para la sexualidad de la pareja sexual; para así poder intercambiar y complementar aquella energía sexual del sexo opuesto que nos falta por ser hombres y mujeres.

 

Sin embargo, respecto a los comportamientos de Bertha en París, debo decir que en el fondo de mi ser, ella llegó a moverme el tapete; Bertha Cuevas era bonita y de estatura baja, tenía un cuerpo voluptuoso y tentador; y por supuesto que sé también, que hay algo que difícilmente perdona la mujer, es decir, el que un hombre no la correspona. Para mí fue muy difícil reprimirme mi eros naturaleza, sobre todo asumir esta situación en la que estaba de por medio la amistad. Por eso me no seguí el juego de Bertha, por el recuerdo de aquellos momentos de fraternidad que tuve con José Luis y con ella, cuando vivían en París en el Boulevard Raspail, así se lo hice saber a Bertha.

 

Sé que es difícil creer en mi moralidad, pero en esta ocasión, pudo más la prudencia y el respeto al amigo, que mi caballerosidad y mis deseos guardados en mi subconsciente, para superar ese grado de dolor que se manifiesta en el placer, el que por supuesto ayuda y libera la frustración.

Poco después José Luis escribió un artículo que tituló: Quiero con Lola, con el que pretendía molestarla, ya no recuerdo la fecha ni en que diario se publicó.

 

Debo decir que años más tarde, cuando José Luis estaba haciendo su museo, Bertha me pidió ayuda para abrir el museo de José Luis, pero me tuve que negar presionado por Lola.

Cuando se inauguró el museo yo ya no vivía con Lola y fui a la inauguración de éste, allí saludé a Bertha, y al abrazarnos me dijo al oído: “nunca te voy a perdonar que no me hayas correspondido como amigo ocasional y como hombre”.

 

¡Perdoname Bertha, le dije muy afligido!...

 

Más tarde, supe que murió de cáncer y nunca me perdoné haberla desilusionado porque como decía Lola: lo cortés no quita lo caliente, haciendo referencia al mural de Cortés con la Malinche que está en las escaleras de la Prepa Uno, (San Ildefonso), pintado por Orozco. Porqué la amistad y el respeto son flores que no se da en cualquier jardín. De mi puede decirse todo, menos que no sea amigo de mis amigos. Como hombre público, no me afecta que hablen bien o mal de mí, es más, me preocupo cundo no hablan.

 

Sin embargo, mi amigo José Luis Cuevas nunca tomo represalias y en una ocasión escribió para el catálogo de mi exposición en el Museo de Arte Moderno del 25 de octubre 1981, un texto muy benévolo sobre mi obra, ilustrando su escrito con sus Cuevarios[4], en el cual recuerda los días que pasamos en París.

—Al despedirnos de Octavio, le dijimos de la presencia de Berta, pero él nos dijo que no la podía recibirla y al oído nos dijo sus razones. Él se refería a las declaraciones de José Luis en contra de México: “La cortina de nopal”, y las de Vargas Llosa: La dictadura perfecta”. Fue la ocasión en que le aplicaron el 33 a Vargas Llosa por haberse expresado así de México y del presidente; sobre este acontecimiento no estoy muy seguro de lo que pasó, pero si había un malestar en la opinión pública mexicana en contra del escritor peruano[2].

—Al salir nos preguntó Bertha: ¿Lola ustedes en donde están hospedados? En este hotel le dijimos y ella a su vez nos dijo: ¿puedo subir a su habitación a esperar que Octavio me reciba.
—Lola me miro y después se dirigió a ella diciéndole amablemente: sube Bertha.—Para atenderla mientras estaba en nuestra habitación, yo saqué unas botanas de quesos con uvas y una botella de champagne del servibar.
 Ahí estuvimos hasta las 5 de la tarde y al ver que Bertha no tenía intenciones de partir, Lola entró a buscar un pañuelo y me llamó desde la recamara para decirme al oído, haber que inventas para salir del hotel y podernos deshacer de esta mujer.​

Después de charlar más de 6 horas, mientras degustábamos nuestra burbujeate bebida, le dije a Lola: Linda tenemos que ir por mi Laptop, porque mañana no tendremos tiempo para comprarla.
—Me dijo Lola: si quieres podemos ir en este momento, los comercios cierran a las seis. ¿Nos acompañas Bertha? — ¡Sí, si, si no les incomoda, contesto un tanto cuanto apenada!
—Caminamos de la 6ta., hasta la 5ta. Avenida y ahí, en una de tantas tiendas de electrónica que hay, me metí y compré mi primer Toshiba portátil. La tarde era agradable y aún había un bullicio y movimiento en la calle de transeúntes y vehículos.
—Bertha nos dijo al salir de la tienda: ¿porque no vienen a tomar una copa al estudio de José Luis?
—Ya en la calle, tomamos un taxi hasta el estudio. Subimos por el elevador a uno de los primeros pisos y ahí en la sala, Bertha sacó una botella de Champagne Cristal tamaño magnum, seguramente para que no nos fuéramos luego.
Lola y yo nos sentamos en el sofá y Bertha en el “loveseat” que estaba enfrente a nosotros.

OCTAVIO PAZ

La noche del 11 de octubre de 1990, habíamos perdido la entrada a una función de la opera Aida, con la interpretación del barítono Placido Domingo, en el Carnegie Hall, que se encuentra ubicado al sur del Central Park en el 881 de la 7th Ave, en New York, NY, Estados Unidos; debido a un compromiso que no pudimos eludir, el que se prolongó más del tiempo previsto (compra y medición de doce pantalones de jersey y 6 de seda que compró Dolores Olmedo, mi entonces pareja) en la tienda  Lord & Taylor. Cuando llegamos al teatro, ya había comenzado la función. Nosotros, un tanto desilusionados, porqué tampoco pudimos cenar en un buen restaurante francés, mi favorito, “Les Grenouilles”; del que éramos clientes asiduos ya que, en este tipo de negocios, si no se reservan con tiempo no se puede llegar de improviso.   

CARNEGIE HALL

Ante tales perspectivas, decidimos regresar a cenar al bar del Hotel Francis Drake, que está ubicado en la calle que hace esquina con la “Calle 56” y la “440 de Park Avenue”; hotel en el que estábamos hospedados Dolores Olmedo y yo; nosotros estábamos instalados en la suite 5,550 del quinto piso (una recamara amplia con una cama King size, una sala de recepción con sofá, “loveseat”[1] y dos sillones amplios y cómodos, además tenía al lado un pequeño estudio con una mesa de cristal y un escritorio con computadora).
Mientras esperábamos que se liberara una mesa en el restaurante del hotel, decidimos tomar unas mimosas con champagne Cristal el que nunca faltaba en la mesa de Lola Olmedo, Cuándo de pronto vimos entrar, alrededor de las 10 de la noche, a Octavio Paz y dirigiéndose a la recepción del hotel, seguido de su esposa Marie-José Tramini.

En el momento en que se registraban en la Recepcion del hotel, nos acercamos y los invitamos a cenar al restaurante del bar; ellos aceptaron y así pasamos una noche inolvidable hablando sobre unas anécdotas chuscas relacionadas con Charles "Lucky" Luciano, entre otras.

Al día siguiente al bajar por el periódico —New York Time—, la empleada de recepción me llamo y me comentó que a la persona con quien había cenado la noche anterior le habían otorgado el premio Nobel de Literatura. De inmediato subí a decirle a Lola lo que me informo la recepcionista y nos bajamos a desayunar como era costumbre, en ese momento al llegar al hall ya se estaba izando la bandera de nuestro país en honor al Nobel mexicano. Unos minutos después subimos a felicitarlo. Su habitación estaba llena de reporteros de TV y de prensa de las agencias nacionales e internacionales.

─De inmediato subí a contarle a Lola; ella se apresuró a vestirse para ir a felicitar a nuestro amigo.

Una hora después llegamos a su habitación número 1605 en el primer piso. Su sala de recepción estaba invadida de periodistas y televisoras internacionales y locales. Y al entrar a su habitación le oímos decir: Al poeta y ensayista: que estaba "sorprendido" por la noticia y por el premio y reconoció que la noticia le había agradado especialmente porque no la esperaba, y agregó "otros años estaba más pendiente del premio". Paz hizo estas declaraciones en la puerta de su habitación del hotel Drake y añadió, “La fama es peligrosa y hay que luchar contra ella con ironía". Estas palabras me recuerdan los artículos mezquinos, falaces, y hasta mal olientes, que años después fueron publicados en las redes de internet el día que se inauguró el museo José Juárez en Chilpancingo, (7-12-2012). 

DOLORES OLMEDO

 Pero volviendo a nuestra anécdota principal, recuerdo que en el primer piso del hotel era una romería de prensa y personalidades del mundo literario. Como había una estricta vigilancia en la entrada de su habitación, le mandamos una nota con un vigilante; al avisarle de nuestra presencia salió personalmente Octavio Paz a recibirnos y a abrazarnos, él nos dijo: “Lola, Maestro, gracias por su presencia”.

Nosotros le expresamos nuestra alegría y nuestras felicitaciones.

   Afuera de la habitación había muchas personalidades esperando que Octavio Paz los pudiera recibir, así como muchas otras del mundo literario y artístico; entre ellas estaba Bertha Cuevas, esposa del artista mexicano José Luis Cuevas, quienes tenían en ese entonces un departamento en la 6ta. Avenida de esa ciudad. Cuando nos pasaron nos dijo ella: “¡Lola por favor dile a Octavio que aquí estoy esperando que me reciba!”

 

—¡Si, si dijo Lola!...

JOSÉ LUIS CUEVAS

Debo decir que a Bertha yo la había conocido en París en 1978, junto con Miriam Molina quienes acompañaron a Fernando Gamboa, cuando llevó la obra de Orozco a la Ciudad Luz para exhibirla en el Museo de Arte Moderno, hoy Museo de la Ville de Paris.

Y aprovechando que estaba Gamboa allí,  le llevé a mostrar mi obra para solicitar una exposición en el Museo de Arte Moderno de México, del cual Gamboa era su director y al mismo tiempo director de las exposiciones del INBA. Ese día después de mostrarle algunas de mis obras, el maestro Gamboa me invitó a comer y al tomar el postre, me pidió que le ayudara a montar la obra de Orozco, porque sus tres ayudantes que le acompañaban no hablaban francés y tenían problemas de comunicación con el “Staff”[3] del dicho museo.

Pasé varios días ayudando, pero una tarde al terminar, Bertha y Miriam, las dos me invitaron a cenar al estudio que tenía Cuevas en ese entonces por el rumbo de Pigalle, al norte de París (Bd. de Clichy). A mí me había recreado la pupila Miriam, mujer más joven y divorciada, supuestamente sin ningún compromiso. Pero durante la cena que ellas dos habían preparado; fue Bertha quien comenzó a insinuase, hasta llegar al acoso (el que me reservo la descripción), por supuesto que yo no acepté sus provocaciones porque era la esposa de mi amigo José Luis Cuevas y porqué mi interés estaba puesto en Miriam, desgraciadamente Miriam no me correspondió.

Volviendo a nuestro tema de New York, recuerdo que el estudio que Cuevas tenía allí; mientras tomábamos la copa en compañía de Bertha, ella se bajó del “love sit” y se sentó en el piso con las piernas entre abiertas, mostrando su mini ropa interior sin ningún recato.

Lola que era una mujer muy celosa, en ciertos casos, en otros me permitía ciertos deslices, y los tomaba como una osadía de niño travieso, Sien embargo, en esta ocasión ella se percató de inmediato de las insinuaciones y prácticamente por el verdadero acoso sutil que Bertha ejercía.

Lola se paró del sofá de un salto muy molesta y con el rostro descompuesto, por la rabia; ya de pie me dijo: José nos retiramos en este momento. Cuando Bertha le dijo que no se fuera que había abierto la Champagne en su honor.

—Lola le dijo: “Mira linda, aunque tú seas más joven y liberal, creo que yo me merezco tu respeto. Tú sabes que José es mi pareja”.

¡Con permiso Bertha, nosotros nos retiramos!  De esa manera salimos del estudio, con dirección a nuestro restaurante favorito.

Por desgracia y coincidencia para Lola, el 13 de octubre al abordar el avión de Air France de regreso a México, también lo hacía Bertha en la misma sección a tras de nosotros, (primera clase).—Bertha que tenía el asiento justo atrás del nuestro, le dijo a Lola: le permites a José que se siente a mi lado porque a mí me da miedo volar sola, a lo que Lola respondió: pues a mí también me da miedo viajar sola por eso viaja conmigo.

Desde entonces siempre he pensado que su relación con José Luis no era muy buena, ya que sus detractores siempre lo atacaban por su hedonismo, probablemente basado en la búsqueda del placer y la supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. Además, él es un hombre que hace constante mente alusión a su actividad sexual, no hace más que tratar de exaltar a su “donjuanismo”, es decir justificar su hombría. ¡Quien lo es lo asume! No lo pregona, como él lo hacía en sus notas periodísticas cada día en (Cuevarios). En todo caso yo recuerdo a mi amigo José Luis Cuevas con todos sus fantasmas psicológicos y sus ambivalencias: Edipo, narcisista, homo, genio o bisexual, etc. De cualquier forma esta era su imagen o su modus vivendi. del genio. Que quede claro; no asevero, más bien creo que era una pose publicitaria.

[1] Sofá de dos plazas

[2] Las reformas constitucionales de 1994 y 1998, cuando aún el Partido Revolucionario Institucional (PRI) era     hegemónico, o “Dictadura Perfecta’’ en México, como dijo alguna vez, antes de ser Premio Nobel de   Literatura,   el novelista peruano Mario Vargas Llosa, a quien se le aplico por eso de forma “diplomática’’ el artículo 33 vigente desde 1911, por “extranjero indeseable…’’. El Economista: “Jueces sin rostro en México como en Colombia”, del 14   dic.2012 y, fechado el 5 de noviembre de este mismo año.

[3] Conjunto de personas que forman un cuerpo o equipo de estudio, información o asesoramiento en una empresa u organización.

[4] Abajo el Cuevario original de José Luis Cuevas

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